El origen de este queso se encuentra íntimamente ligado con la
inmigración de los menonitas a México. A mediados del siglo XVI los
menonitas, de raíces alemanas y holandesas, se establecieron en zonas rurales de Polonia. En 1870, se vieron obligados a emigrar a Canadá por razones político-religiosas. La estancia de los menonitas en
Canadá duró poco tiempo debido a la participación de ese país en la
Primera Guerra Mundial, en 1914. Entre 1921 y 1922, los menonitas
compraron 118 mil hectáreas pertenecientes a las haciendas Bustillos y Santa Clara (actualmente ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua) e
iniciaron la migración por ferrocarril hacia México. En 1927 había
casi 10 mil menonitas asentados en lo que actualmente es Cuauhtémoc, Chihuahua (Castro-Martínez, 2001; Taylor-Hansen, 2005).
El quehacer económico, que constituye la esencia de la cultura
menonita, fue el detonante para el aprovechamiento de sus pastizales, y de la explotación de la leche que producían sus vacas.
Estas comunidades aprendieron a hacer queso y aproximadamente
en 1936 emprendieron el negocio de la producción masiva de este
producto. Desde entonces, han ido mejorando el ganado lechero,