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La Ley de la Atracción

Por: Carlos V

Mi opinión

La Ley de la Atracción es una de esas ideas que se volvieron súper populares en el mundo del desarrollo personal, sobre todo después de libros como El Secreto y otros contenidos motivacionales que circulan por todas partes, desde YouTube hasta TikTok. Básicamente, esta ley dice que “lo que piensas, lo atraes”. O sea, si te enfocas en cosas buenas, eso es lo que vas a recibir. Y si estás constantemente pensando en lo negativo, entonces eso es lo que el universo te seguirá mandando.

En teoría, suena muy bonito. ¿Quién no querría atraer puras cosas positivas a su vida? Dinero, amor, éxito, salud… todo parece estar al alcance de la mente. Y muchas personas encuentran en esta idea una motivación real para mejorar su vida, cambiar su forma de pensar y plantearse objetivos más claros. En ese sentido, no se puede negar que tiene un lado muy positivo. Te impulsa a tener esperanza, a visualizar un futuro mejor y a mantener una actitud optimista.

Una de las cosas más rescatables de la Ley de la Atracción es justamente esa: el enfoque mental. Pensar de forma positiva, practicar la gratitud, imaginarte logrando tus metas… todo eso puede generar un cambio real en cómo te sientes y en cómo enfrentas la vida. Si todos los días repites que vas a estar bien, que vas a conseguir lo que deseas, que eres capaz, probablemente empieces a actuar con más seguridad, con más energía, y tomes decisiones más alineadas con tus objetivos. Y eso, lógicamente, puede traer buenos resultados.

Ahora bien, eso no significa que por pensar algo, mágicamente vaya a pasar. Y ahí es donde empiezan los problemas. Porque muchas personas se lo toman demasiado literal, como si el universo fuera un repartidor que responde a tus pensamientos. Pero la verdad es que no hay ninguna evidencia científica que respalde la idea de que los pensamientos tienen una “frecuencia” que atrae cosas físicas. No hay pruebas de que pensar en un coche te lo haga aparecer. Y tampoco tiene sentido pensar que alguien atrajo una enfermedad o una tragedia solo por tener pensamientos negativos. Eso no solo no es justo, es peligrosamente insensible.

Una de las grandes críticas a esta idea es justamente esa: puede llevar a que la gente se sienta culpable por cosas que están completamente fuera de su control. Imagínate decirle a alguien que perdió su trabajo o que está enfermo que “lo atrajo con su mente”. Es cruel. La vida es mucho más compleja que eso. Hay factores sociales, económicos, biológicos y hasta aleatorios que influyen en lo que nos sucede. No todo es culpa o mérito de lo que pensamos.

Otro problema es que la Ley de la Atracción, mal entendida, puede llevar a la pasividad. Hay personas que se convencen de que solo con visualizar lo que quieren, ya están haciendo algo para lograrlo. Y no. Visualizar no sustituye el esfuerzo. Pensar en grande está increíble, pero si no hay acción, compromiso y constancia, las cosas no llegan solas. Soñar sin moverse no sirve de mucho.

Dicho esto, creo que sí hay una forma útil de entender esta ley sin caer en el pensamiento mágico. Y es verla como una herramienta para trabajar la mentalidad. Si todos los días te enfocas en lo que quieres lograr, si alimentas tu confianza, si agradeces lo que ya tienes y si mantienes una actitud positiva, probablemente tomes decisiones más alineadas con tu bienestar. Vas a estar más enfocado, más resiliente, y eso sí puede hacer que tengas mejores resultados. No porque el universo te esté premiando, sino porque tú mismo estás actuando con más claridad y coherencia.

Tampoco se trata de negar los días malos o las emociones difíciles. No hay que vivir en una burbuja de positivismo forzado. Sentirse triste, enojado o frustrado también es parte de la vida, y reprimir esas emociones no es sano. Lo importante es no quedarse estancado ahí. Aprender a procesar lo que sentimos, pero no vivir desde el miedo o la queja constante. En eso, el enfoque de la Ley de la Atracción puede ser útil, si se usa con equilibrio.

En resumen, la Ley de la Atracción tiene su lado valioso, pero no es una fórmula mágica. Pensar en positivo y visualizar tus metas puede darte claridad y motivación. Practicar la gratitud y creer en ti mismo puede mejorar tu bienestar emocional. Pero eso no significa que todo dependa de ti o de tus pensamientos. La vida también tiene altibajos, factores externos y cosas que simplemente no controlamos.

Si usas esta ley como una forma de inspirarte, de enfocarte, de motivarte a tomar acción, qué bien. Pero si esperas que el universo haga todo por ti solo por pensarlo, ahí es donde puedes frustrarte o incluso hacerte daño.

Así que sí: sueña, visualiza, cree en ti. Pero también actúa, aprende, pide ayuda cuando la necesites y acepta que hay cosas que no vas a poder controlar. Y eso no significa que estés fallando. Solo significa que eres humano. Y con eso, basta.